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Diario de un FIV

Martes 24 dic 2019: de nuevo camino al Hospital, cita en la Unidad de Medicina Reproductiva de Alta Complejidad. Esta vez fui con mi mamá. La cirugía iba a ser el camino a tomar para que pudiéramos optar a la opción de que nos colocaran en la lista para Fertilización in Vitro. Mi trompa parecía un chorizo y el endometrioma en mi ovario izquierdo seguía apropiándose de su espacio.

Salimos de allí pensando en que pasarían meses para que me llamaran a hacer la orientación para la cirugía y luego para que realmente ocurriera la cirugía.

 

Lunes 6 enero 2020: sonó el teléfono. Me llamaban del Hopital de las Mujeres indicándome que mi cita había sido programada para el viernes 10 de enero. 

A este momento Dani y yo todavía estábamos pensando, analizando y orando en que si la cirugía era lo que debíamos hacer o no. En nuestras cabezas estaba el tiempo eterno y burocrático del sistema de salud costarricense y no una llamada de indicación de internamiento a solo dos semanas de que nos dijeran que la cirugía era el curso.

¡No sabía qué hacer! Pero entendía que Dios estaba a nuestro lado, fuera cual fuera la decisión que tomáramos. Al final fue Él quien nos había llevado a estar donde estar, porque el solo estar en el proceso del FIV, ya era un milagro para nosotros.

 

Miércoles 8 enero 2020: sonó el teléfono. De nuevo me llamaba del Hospital de las Mujeres. Habían decidido mover la cirugía. Por un milisegundo pensé que ya iba a poder analizar más la situación o al menos procesarla. Pero no. Solo la habían movido unos días por asunto de prioridad en cirugía para otras pacientes con enfermedades de mayor prioridad, por supuesto dije que se tomaran los días que fueran necesarios; pero no, esto definitivamente estaba en las manos de Dios. Al final, control de algo nunca había podido tener en este proceso.

 

Domingo 12 enero 2020: Día de Internamiento. Los nervios de punta, la incertidumbre al tope… y no por solo ignorancia; sino porque como lo han podido leer, no me dieron la charla de orientación. Así que iba a ciegas, nunca me habían hecho una cirugía así con internamiento y todo el asunto. Dani iba conmigo. Bendito Dios que pudo hacer el curso para ser asistente en la sala de espera y lo dejaron estar conmigo TODO el día. No me dejó nunca, bueno, solo para ir a comer.

Había llegado sin desayunar pensando que me iban a dar algo, y pobrecita yo je, je, je. Lo que me esperaba era la dieta líquida y ayunas de toda preparación anterior a una cirugía mayor como la que me esperaba al día siguiente.

Por la media mañana me fueron a hacer exámenes de sangre, dentro de los que estaba una prueba de embarazo. Ya para la tarde llega una doctora y me dice que necesitan hablar conmigo, que la prueba de embarazo salió positiva. Dani y yo nos quedamos asustados y a la vez incrédulos con la noticia. No era la primera vez que nos pasaba que la prueba presentaba un falso positivo. En ese momento oramos y le dijimos a Dios que si esa iba a ser la forma en la que quería sacarnos de allí, con la ironía de una noticia falsa, pues así sería. Para la noche fui a un ultrasonido, y claramente no había ningún embarazo. Nunca me han podido dar razón de por qué eso me pasa, pero me sucede así.

 

Lunes 13 enero 2020: Día de la cirugía. Me tocaba a eso de las 930am o 10am. No preciso ahora la hora exacta. Dani pudo acompañarme hasta la puerta de la sala de cirugía. Iba temblando en mi camilla, con la mirada al finito cielo raso del hospital. Dani tenía el corazón en susto pero lleno de la paz de Dios, que era Él quien nos tenía en ese preciso lugar. 

La cirugía tenía riesgos, como cualquier otra; pero no los queríamos…¿quién los iba a querer? No para nosotros, ni para nadie más. La endometriosis estaba tan severa que podía pasar que mis intestinos o vejiga se vieran involucrados. De pensar en eso, se me encoge el corazón como en ese momento. Solo podía tener fe y confiar en que las oraciones que muchos estuvieron presentando a Dios, hubieran sido escuchadas y que la voluntad de mi Padre fuera que todo saliera mejor de lo que el peor panorama decía.

La espera en el pasillo se me hizo eterna, la doctora anestesióloga me regañó, porque había tomado un sorbito de agua en la mañana. Como les conté antes, no me habían dado ninguna orientación y yo andaba perdida. En fin, llegó el momento de pasarme a sala y de que mi mente lo único que pueda recordar son las luces de la sala y el sonido sordo de los doctores. 

¡Gracias a Dios la cirugía fue un éxito! Ninguno de los riesgos que habían tocó mi vida y sé que Dios estuvo allí todo el tiempo. 

Fue doloroso el ya sentir la herida, pero Dios me dio las fuerzas y la compañía para superar ese día. 

La doctora me visitó por la tarde y dijo que la cirugía había salido bien, que me habían quitado una trompa, habían podido drenar el endometrioma y quitar las adherencias que existían entre mis ovarios y útero. 

Por ser una cirugía (laparotomía) pensamos que me iban a dejar varios días en el hospital y eso me decían las demás señoras que estaban en la sala de recuperación compartiendo cuarto conmigo. 

Traté de llevarlo lento y dejar que mi cuerpo fuera tomando fuerza. 

 

Martes 14 de enero 2020: pastillas, sueros y demás me acompañaron desde el día anterior y este. Me levanté a caminar y empezar a moverme, dolía pero era posible. Quería salir y recuperarme en casa. 

Para la tarde me dijeron que me veía muy bien y que me iban a dar la salida ese mismo día. ¡Bendito Dios! 

Podía ir a casa a recibir los chineos de mi esposo y mi familia. Allí estuvieron siempre. 

 

Lunes 20 de abril 2020: De nuevo, Dani y yo camino a la Unidad de Medicina Reproductiva de la CCSS. Ahora con lo del COVID, solo nos dejaban pasar uno a la vez, es decir, entraba yo y Dani esperaba afuera hasta que nos llamaran. Yo ya no estaba tomando mis pastillas anticonceptivas, esperando a que me viniera la menstruación así poder dar inicio a al famoso “ciclo FIV”. Para ese día no tenía mi periodo todavía pero se suponía que debía llegar pronto, en mi mente y corazón tenía temores ya que ya habían pasado bastantes meses sin que yo tuviera este. 

Nos dieron las instrucciones: el segundo día de la regla debía  iniciar a inyectarte solita en el abdomen Gonal-f, todos los días a las ocho de la noche.

Gabriela de chepita, veía que a otras chicas les habían enviado otras inyecciones además de esta…y tal eran los miedos que volvía a pensar que había algo extraño en mi, y que por eso a todas les mandaban lo otro y a mi no.

Una vez más tuve que recordar que este proceso es único y diferente para cada una, cada cuerpo es diferente; así como Dios nos mira a cada uno en particular, no podía vivir comparando cada paso que se me daba con el de otras.

 

Miércoles 29 abril 2020: Volví al UMRAC a examenes de sangre. Así era como determinaban junto con un ultrasonido, el paso a seguir. Estos días, pasaba desde las 7am hasta las 2pm allí. Esperando. Ahora seguiríamos con el Cetrotide junto con el Gonal hasta la siguiente cita.

 

Lunes 4 mayo 2020: Examen de sangre. Ya casi estaba listo mi vientre para que pronto pudieran hacer la punción. Ahora la famosa inyección del disparo. Tocaría ese mismo día a las 8pm, en punto. Se suponía que debía ser puntual, pero los que me conocen saben que hasta en lo virtual llego tarde. Así que creo que fue unos tantitos minutos después. Nos dijeron que tenía como 8 óvulos buenos para sacar. Era un buen número, eso me dijeron.

 

Miércoles 6 mayo 2020: ¡Llegó el día de la punción! ¿Y eso qué es? Bueno, es cuando ya mis ovarios estaban del tamaño de papayitas pequeñas y llenos de óvulos que gracias a las inyecciones de hormonas habían sido madurados. 

Internamiento a las 6am. No iba a estar despierta, ya que es una intervención en la que necesitan que uno esté así bien quedito. Ayunas de todo, hasta de sorbitos de agua… y esta vez sí estaba enterada. 

Se me olvidó contarles que luego de la cirugía de enero, encontraron que mi ovario izquierdo había decidido volver a adherirse al útero, y de nuevo hacia atrás. Ya habían descartado el sacar óvulos de este, por lo incómodo que estaba.

A las 8am era la hora para la captura/punción (48 horas exactas después de la inyección del disparo). De nuevo, a dormir y luego despertar a ver qué habían logrado.

Dani ese día debía entregar su muestra también para que la unieran con los óvulos que iban a poder sacar de mí ese mismo día.

Cuando estaba despertando, solo escuchaba decir que a alguien le habían logrado sacar ¡18 óvulos! Yo en mi mente decía ¿qué es esa exageración? ¡Qué bien por esa señora que tiene bastantes chances de ahora tener algunos embriones de esos 18!

¡Adivinen! Esa señora era yo. 18 óvulos lograron sacarme, al final la doctora que realizó la punción se animó a sacar todo lo que habían en ambos ovarios, sin importar lo complicado, lo logró y salimos bien.

 

Jueves 7 mayo 2020: Recibimos la llamada de la UMRAC, donde nos dijeron que de los 18 óvulos, habían 15 que estaban realmente maduros y listos para la exposición al esperma. De esos habían quedado 14 fecundados. La verdad en nuestra cabeza pensábamos que iban a decir un número menor. No esperábamos tanta bendición.

Ese día empecé a sentir dolores muy fuertes, como resultado de que mis ovarios estaban gigantes de tanta hormona y pues como todo en este proceso, habían riesgos y uno de esos era una torsión. Decidimos que no iba a aguantar y nos fuimos para el hospital.

Me mandaron más inyecciones en la panza para detener el proceso que mi vientre estaba haciendo. Por dentro se veía todo bien pero bastante inflamado.

Por esto y por el COVID decidieron no hacernos la transferencia inmediata de los embriones.

Teníamos que esperar a que se pudiera iniciar otro ciclo en el que pudieran incluirnos.

 

Viernes 8 mayo 2020: 6 embriones iban bien, 7 regular y uno malito. Los números iban bajando y solo la mano de Dios le sostiene a uno y a los embriones.

 

Sábado 9 mayo 2020: Son 5 días de seguimiento antes de que se tome la decisión de vitrificar los embriones. 

En ese momento la llamada nos dijo que 10 iban muy bien y 4 regular.

 

Lunes 11 mayo 2020: La última llamada que esperábamos. Se vitrificaron 3 embriones, 4 embriones se detuvieron en su proceso de división celular y 7 no estaban tan bien, pero les iban a dar un día más para ver si alguno mejoraba y vitrificar en día 6.

 

Martes 12 mayo 2020: Lograron vitrificar 3 más. Y así teníamos 6 embriones listos para ser transferidos en algún momento. Solo podíamos ver que Dios había cuidado de nosotros y que su gracia nos favorecía.

El doctor nos dijo que eran buen número, ya que se maneja un 50% de probabilidades positivas en este proceso con la CCSS.

 

Viernes 24 julio 2020: Dábamos inicio a la preparación para que nos hicieran la transferencia. Empezaba ahora con otras hormonas pero en pastilla. Tenían que preparar mi endometrio y útero para que estuviera listo para recibir al primer embrión de día 5.

14 días con estas pastillas y a medio camino le sumaron la Progesterona.

 

Viernes 7 agosto 2020: ¡Día de Transferencia! Nervios a tope. Barriga llena de agua esta vez. Podía entrar Dani a quirófano conmigo. Yo iba a estar despierta.

Llegó el momento de pasar a la sala. Acostada, sin poder reirme, llorar, levantarme…nada. No podía moverme para nada. Primero la limpieza y luego llegaron los embriólogos. Traían un papel en sus manos. Una fotografía aumentada mil veces de cómo lucía nuestro embrión 10 minutos atrás. Los ojos de Dani se empezaron a hacer agüitas. Era impresionante el poder personalizar Salmos 139:16 para nuestra vida. Yo no podía llorar… estaba prohibido para mí.

Empezaron a sonar una música “especial” pero era dedicada a otros dioses, en ese momento Dani y yo tomados de la mano, solo podíamos entregar nuestro pequeño embrión a nuestro Dios, darle la gloria a Él, sabiendo que nada de lo externo podía tocar nuestra vida ni la del pequeño si estábamos entregados completamente solo a Él.

Poder ver cómo pasan de la cápsula a tu embrión y luego lo colocan dentro tuyo… no tiene descripción que alcance lo que uno llega a pensar y sentir.

Es rápido pero se vive segundo a segundo.

Nos despacharon como a las 2 horas. Debíamos volver a casa, a reposo y sin esfuerzos. Uno no quiere ni ponerse de pie, por el temor je, je, je.

 

Martes 18 agosto 2020: El día de la tan esperada prueba de embarazo había llegado. Examen de sangre por la mañana y a la tarde nos daban el resultado. Habíamos 4 parejas que teníamos la esperanza ese día de que todo saliera como queríamos.

Se suponía que el resultado nos lo iban a dar por llamada, sin embargo, había dos parejas que venían de bien lejos y decidieron hacerlo todo presencial.

Llegó el momento de escuchar que nos llamaban al consultorio. Los doctores con cara de poker y uno con el corazón en la mano.

¡Están embarazados! – ¿Qué?, ¿Es en serio?¿No es un error? (podrán recordar que las pruebas siempre me salían positivas y eran falsos positivos realmente) – ¡Están muy embarazados! 

No cabíamos de la felicidad y del agradecimiento a Dios de lo que estábamos empezando a vivir. Debía seguir cada 12 horas con la progesterona y cada 8 con el Estradiol.

 

Viernes 21 agosto 2020: Todo iba bien, normal decíamos nosotros. Pero al ser las 6pm justo cuando iba a ponerme la progesterona, tuve un sangrado importante. No podía dejar de llorar y pensé que nuestro bebé se había ido. Fuimos rápido al hospital privado a que me revisaran. 

Gracias a Dios encontramos un doctor que nos podía atender, ya iba de salida y decidió ayudarnos.

Para sorpresa de todos, al hacer el ultrasonido, se logró ver la bolsita de bebé. Parecía que bebé estaba allí y solo quedaba esperar. 

 

Sábado 22 agosto 2020: Durante el día pasé en reposo absoluto. Pero inexplicablemente a las 6pm, de nuevo, antes de ir a ponerme la progesterona, tuve otro sangrado importante. Mamá me dijo que bajara al hospital de nuevo. Esta vez decidí quedarme en casa. No quería escuchar malas noticias ni nada de eso. Me acosté con Dani en la cama y pasamos un rato orando y cantando a Dios. Dándole gracias por lo que estaba haciendo y por su voluntad. Aun cuando no sabíamos cual era en ese momento. La fe era la único que nos podía sostener.

 

Martes 1 setiembre 2020: Primer ultrasonido de seguimiento en el UMRAC. ¡El embrión estaba allí! En el saco, creciendo día con día. La paz que sentimos fue inmensa. Una vez más, Dios nos tenía en su mano y ahora a bebé también.

 

Todas las semanas tuvimos ultrasonido hasta la semana 12 de embarazo. A las 13 semanas nos dijeron el sexo.

Lunes 7 diciembre 2020: Ya vamos por la mitad del camino. 20 semanas, de que la fidelidad de Dios se ha mostrado día con día. 

¡Mateo estará con nosotros pronto!


Les agradecemos con toda el alma y el corazón las continuas oraciones por nosotros y nuestro bebé. Reconocemos que un embarazo se vive día a día y solo es Dios quien permite el milagro de la vida. La ciencia ha sido un pilar importante en nuestro proceso, sin embargo, quien hace que dos diminutas células formen un bebé perfecto y que un vientre sea el ambiente para él, es solamente Dios.

Mateo es su nombre porque literalmente es un Regalo de Dios. No merecemos nada y él nos ha entregado un anhelo de nuestro corazón.